Hoy resuena en todo el mundo el anuncio que salió hace dos mil años desde Jerusalén: “Jesús Nazareno, el Crucificado, ha resucitado” (cf. Mc 16,6).
La Iglesia revive el asombro de las mujeres que fueron al sepulcro al amanecer del primer día de la semana. La tumba de Jesús había sido cerrada con una gran piedra; y así también hoy hay rocas pesadas, demasiado pesadas, que cierran las esperanzas de la humanidad: la roca de la guerra, la roca de las crisis humanitarias, la roca de las violaciones de los derechos humanos, la roca del tráfico de personas, y otras más. También nosotros, como las mujeres discípulas de Jesús, nos preguntamos unos a otros: “¿Quién nos correrá estas piedras?” (cf. Mc 16,3).
Y he aquí el gran descubrimiento de la mañana de Pascua: la piedra, aquella piedra tan grande, ya había sido corrida. El asombro de las mujeres es nuestro asombro. La tumba de Jesús está abierta y vacía. A partir de ahí comienza todo. A través de ese sepulcro vacío pasa el camino nuevo, aquel que ninguno de nosotros sino sólo Dios pudo abrir: el camino de la vida en medio de la muerte, el camino de la paz en medio de la guerra, el camino de la reconciliación en medio del odio, el camino de la fraternidad en medio de la enemistad.
Monja Cisterciense, es decir sencillez, silencio, oración y trabajo.
Es compartir con las hermanas la aventura de vivir en comunidad siguiendo a Cristo pobre.
Es acoger con alegría a quien se acerca a nuestro monasterio.
Benito pide a los monjes que acojan a toda persona como si
fuera Cristo mismo. Con ese espíritu benedictino, esta comunidad cisterciense
del Monasterio de Nuestra Señora de Vico, quiere acoger a todas las personas
que se acercan hasta nuestra comunidad.
Monasterio Cisterciense Ntra. Sra. de Vico
Lugar Monasterio de Vico, 2
26580 Arnedo
España